Cuando el amor hace daño. El cuento del pulpo Nina

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Os puedo explicar un cuento?

Érase una vez, en algún lugar a kilómetros y kilómetros debajo de la superficie del océano donde vivía una joven pulpo llamada Nina. Nina pasaba la mayor parte de su tiempo a solas haciendo creaciones extrañas con las rocas y conchas. Ella estaba muy feliz. Pero entonces un lunes el tiburón apareció.
«¿Cuál es tu nombre?», Dijo el tiburón.
«Nina», respondió ella.
«¿Quieres ser mi amiga?», Le preguntó.
«OKAY. ¿Qué tengo que hacer? «, Dijo Nina.
«No mucho», dijo el tiburón.
«Sólo … déjame comer uno de tus brazos».
Nina nunca había tenido un amigo antes, así que ella se preguntaba si esto es lo que tenía que hacer para conseguir uno. Ella miró sus ocho brazos y decidió que no sería tan malo renunciar a uno, por lo que ella donó un brazo a su maravilloso nuevo amigo. Todos los días de esa semana Nina y el tiburón jugaron juntos. Ellos exploraron cuevas, construyeron castillos de arena, y nadaron muy, muy rápido. Y todas las noches el tiburón tenía hambre y Nina le daba otra de sus patas para comer. Un domingo después de jugar todo el día el tiburón le dijo a Nina que estaba muy hambriento.
«No lo entiendo», dijo, «Ya te he dado 6 de mis brazos y ahora quieres uno más?».
El tiburón la miró con una sonrisa y dijo: «Yo no quiero uno. Esta vez quiero todos «.
«¿Pero por qué?», Preguntó Nina. Y el tiburón respondió: «Porque eso es lo que hacen los amigos».
Cuando el tiburón terminó de comer se sintió muy triste y solitario. Echaba de menos tener a alguien para explorar cuevas, construir castillos y nadar muy, muy rápido. Perdió mucho al perder a Nina , así que él se alejó nadando en busca de otro amigo.

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El TDAH como oportunidad

7a8410457fb7a9689a609f28fc6db215En este artículo no explicaré un método para detectar rapidamente el TDAH , ni mucho menos unos cuantos sencillos recursos para tratar a niños que lo padezcan. Todo lo contrario.
Mi intención es transmitir mi punto de vista profesional sobre un tema, diagnóstico, enfermedad o problema , según se lo quiera llamar , denominado TDAH.

EL TDAH como oportunidad. Este título me parece muy adecuado para hablar de un problema que afecta a muchas familias.  Creo que debería ser una oportunidad para ellos, de preguntarse  que sucede con sus niños, sin que esto conduzca a hablar ni de enfermedad ni de medicación.
Es una oportunidad para el sistema educativo, de plantearse sus métodos de enseñanza, las dinámicas de las clases, la formación del profesorado y sobre todo para redefinir seriamente a que se llama escuela inclusiva.
El TDAH también es otro tipo de oportunidad, la oportunidad de toda una industria farmaceutica para enriquecerse a costa de la angustia de la gente.
Esta reflexión nace de la interesante y muy recomendable entrevista a Marino Pérez Álvarez realizada en la revista del Colegio de Psicólogos de Catalunya. En dicha entrevista Pérez Álvarez sostiene la relatividad de este diagnóstico y como y cuantos intereses económicos hay a su alrededor.
Sin duda no solo creo, sino que trato y ayudo a niños con dificultades muy marcadas para sostener su atención y compartir actividades con los demás.
Si hay un solo niño que sufre  por no poder seguir las tareas escolares, por no poder mantener un orden en sus cosas, por no acabar sus tareas, por no llegar al final de una explicación etc. Es innegable que existe un problema y que debe ser atendido y tratado.
Pero ¿es un problema solo del niño? ¿Es un trastorno con el que ha nacido? ¿la medicación es imprescindible? Son estas, solo algunas, de las preguntas que deberíamos hacernos

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Niños y Adolescentes, II

padre-e-hijo1En el artículo anterior hablaba de la aceptación de las dificultades que trae consigo la infancia y el crecimiento. De cómo sin darnos cuenta esperamos que nuestros hijos sean felices y exitosos permanentemente y como esa expectativa complica la experiencia de la paternidad y la vida de los niños/adolescentes.

En esta ocasión hablaré de los problemas y síntomas que presentan los niños,  que van mas allá de la simple frustración por no tener el hijo perfecto o no ser los padres ideales.

Cuando los hijos o alumnos tienen verdaderas dificultades que no sabemos como solucionar

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Niños y Adolescentes, como afrontar las dificultades? parte I

manitosSolemos pensar que la infancia es, o debería ser,  un territorio libre de padecimientos, un paraíso de inocencia y alegría que se pierde con la llegada a la edad adulta. Sin embargo los que nos dedicamos a la educación, cuidado y protección y a la salud mental nos encontramos de forma constante y cada vez más, con una amplia gama de problemas y padecimientos que se presentan en la infancia y adolescencia.

Estos conflictos pueden afectar en forma intensa solo a padres, cuidadores y /o profesores que son los que toman conciencia del malestar y sufren sus consecuencias o también a los propios menores. Cada uno asimila de forma diferente el problema e intenta solucionarlo o convivir con el.

Los niños /adolescentes se enfrentan en su desarrollo con sentimientos de inadecuación,  angustia, pueden tener conductas disruptivas que van desde la inquietud a la agresividad y violencia, dificultades de aprendizaje, miedos, falta de atención, entre muchas otras.

Lo que tienen en común estas problemáticas es que sin duda ponen a prueba al adulto , causando la mayoría de las veces sensación de impotencia e incluso culpa “no he sabido hacerlo”, “ya no puedo hacer más” y por otra parte la inevitable rotulación del niño o joven  como “problemático”, “lento”,  “vago”, “corto”, “malo” y ¿porqué no? hiperactivo, diagnóstico que actualmente se extiende a cualquier niño que no se adapte a la quietud e interés   que las tareas escolares requieren. Debo remarcar que estas etiquetas que pueden parecer exageradas o de otra época,  las he escuchado en muchísimas ocasiones en el ámbito clínico y escolar y lo que es más complejo, a veces no se enuncian verbalmente pero representan el lugar que ocupa el niño en la familia o la escuela, siendo aun más efectivas. ¿Es esto un maltrato? ¿Un error de los familiares y profesores? No lo veo así, veo la etiqueta como una forma de poner nombre a la angustia e incertidumbre que produce no saber que hacer con el malestar de un niño.

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