Un antiguo cuento Griego nos explica que un mulo que atravesaba con su carga su sendero habitual, encuentra en mitad del camino un pesado tronco que le impedía el paso. Luego de un instante de desconcierto, decide apartar el tronco, para lo cual comienza a darle golpes con la cabeza, el tronco no se mueve en lo mas mínimo. Decide entonces aumentar sus intentos tomando carrera y dándole al tronco con la mayor fuerza posible, dándole más y más cabezazos, estos fueron cada vez más fuertes y más violentos. El tronco no se movió y el burro finalmente murió.
En nuestra vida tenemos la tendencia a repetir una y otra vez las mismas conductas y estrategias para resolver un problema, aunque verifiquemos constantemente que no nos lleva a la solución o al cambio esperado.
Insistir e intensificar una misma conducta ineficaz es tan habitual que muchas veces ni somos concientes de ello. Ni siquiera nos planteamos que deberíamos, como el burro, cambiar el camino, saltar el tronco, sentarnos y esperar, pedir ayuda u otra alternativa.
Entramos así en un verdadero círculo vicioso . Cuanto más repetimos una actitud o conducta fallida, peor nos sentimos respecto al problema y lo vivimos con más angustia. Esto sucede porque nos guiamos por esquemas de sentido común rígidos . Aplicamos lo que creemos que es lógico y evidente sin considerar que pueda haber muchísimas más opciones.