Los niños, un desafío para los adultos

Los niños son un desafío. Un desafío para los padres, la familia, para los educadores, para todo aquel que les ame y para los profesionales que intentamos ayudar a las personas a ser más felices.

En el caso de los profesionales de la psicoterapia, son un desafío redoblado ¿Por qué?

Los niños tienen problemas  y dificultades, pero muchas veces, la mayoría, esos problemas son un problema para los adultos. Quiero decir que no es el niño el que se queja, el que desea cambiar o incluso el que padece por una conducta, situación o limitación propia. Son los adultos, padres, tutores o profesores los que no saben qué hacer con algo que le pasa al niño o que hace al niño.

Pongamos un ejemplo muy habitual:

Un niño en clase está constantemente hablando con sus compañeros, pendiente de cualquier cosa menos de lo que dice el profesor, se levanta sin motivo de su sitio, parece no escuchar las indicaciones. ¿Conocéis a algún niño que diga que tieneun problema de inquietud en clase que no le permite seguir las dinámicas de los demás?

Es muy raro que un niño sienta que tiene un problema emocional o conductual, expresa su malestar de diferentes maneras, pero no sabe qué le pasa y mucho menos por qué.

Son los adultos los que se preocupan, se enfadan, se angustian y los que finalmente deciden contactar con un profesional.

El niño entonces puede que comience un proceso terapéutico que una vez más no sabrá para qué. Cuando se le explica las razones de las visitas que realizará también le cuesta relacionar el espacio de terapia con sus supuestos problemas.

En mi experiencia, el mayor problema para  estos niños es que sus padres o profesores no dejan de exigirles o hacerles ver que algo va mal y que eso debe cambiar. Ya sea un miedo, una conducta, una forma de relacionarse u otro tipo de síntoma como la enuresis, el aislamiento etc.

¿Quiere decir que no tiene sentido la terapia con niños o adolescentes? No, claro que tiene sentido porque a través del juego, los dibujos y el diálogo se pueden ir conociendo al niño y ayudándole a entender lo que le sucede.

Cuando hablo de terapia con niños y para los niños, me refiero claramente a la importancia determinante de los adultos implicados en la crianza y educación del menor en el proceso terapéutico. No solo como aportadores de información,  si no como agentes de cambio, casi diría como co-terapeutas.

Los síntomas, conductas problemáticas, estados emocionales, problemas relacionales de los niños y adolescentes están directamente vinculados a como gestionan estos problemas los adultos cotidianamente.

En muchos casos la labor de un terapeuta consiste en hacer visible que están haciendo los adultos que en lugar de favorecer el cambio deseado, lo están impidiendo.

En vínculo con los niños puede ser muy intenso y así como cuando tenemos algo muy cerca de nuestros ojos no lo podemos ver en su totalidad, lo mismo pasa con las dificultades que los niños nos presentan.

Se trata entonces de corregir o educar a los padres y maestros?. No exactamente. Se trata más bien de que tomen conciencia de que son una parte fundamental de lo que le sucede al niño y que actitudes o respuestas a veces muy sutiles están, sin quererlo,  agravando el problema.

Para tratar con niños hay que tener una gran dosis de humildad y estar abiertos a lo que ellos pueden enseñarnos. Entender su percepción del mundo. Y sobre todo estar dispuestos a cambiar.

Por eso apuesto por la terapia PARA los niños, invito a los adultos a salir de las dinámicas habituales, de las ideas rígidas de correcto – incorrecto, de los ideales educativos.

Cada niño merece reinventarnos a nosotros mismos, replantearnos nuestra visión de la realidad y tomar su crianza y educación como una auténtica aventura. Una oportunidad de hacerlo diferente, ser creativos, crecer y cambiar con ellos.